El principal motivo por el que hago fotografías es porque me divierte.
Cuando utilizo mi cámara y empiezo a disparar no siempre tengo la garantía de que me lo vaya a pasar bien. Todo esto depende de mi estado anímico, de lo que tengo a mi alrededor, de mi receptividad, de mi compañía y, por supuesto, de la dosis de inspiración que tenga activa en ese momento. Al principio, durante los primeros disparos, siento que debo romper el hielo con lo que sucede y hay a mi alrededor. Cuando el hielo se rompe, puedo empezar a pasármelo en grande. A veces no funciona y el hielo se queda ahí, gélido e intacto. Cuando esto sucede, abandono sin pensármelo y cuando siento que disfruto, continuo y a veces salen cosas interesantes.
En mi vida diaria, no me dedico a tiempo completo a la fotografía. El hecho de que puedo vivir sin hacer fotos define una parte de mi relación con ella. De la misma manera que puedo pasar muchos días seguidos disparando, puedo estar muchos otros sin ni siquiera pensar en ello. Cuando cojo mi cámara, mi intención es pasar un momento excepcional con ella y lo que me rodea. Pero no siempre, a veces es más bonito observar que disparar.
Las escenas tomadas en mis fotografías son el fruto de una atracción mutua entre mi mirada y el ente fotografiado y de una voluntad de congelar realidades que más tarde tendrán su vida propia, o no.
En muchos casos veo la foto y luego la hago, pero a mi juicio, no tienen menos valor las fotografías que ex post cobran sentido. Considero que el azar espacio temporal y todas aquellas circunstancias de nuestro entorno que no elegimos, pueden ser, más allá de nuestra consciencia, los pilares de una serie fotográfica única y llena de encanto. Por eso, una fotografía tomada dejándonos llevar por el instinto, puede tener una carga emocional enorme y una estética sorprendente.
Mientras hago fotografías, mi soledad y mi cámara se unen para conseguir lo que quiero: explotar, a través de mi curiosidad y sensibilidad, mi punto de vista personal y crear algo que sólo me pertenece a mí.
Hoy en día todo el mundo es capaz de hacer fotografías, lo verdaderamente complicado es conseguir que esas imágenes estén dotadas de una personalidad implacable.
Yo no sé si le he conseguido o no, lo que tengo claro es que no dejaré de disparar y de pasármelo bien.